Blog dedicado a compartir mis experiencias con el cáncer de mama y la forma en que Dios me ha ido entregando la victoria sobre múltiples batallas. Para todas aquellas sobrevivientes como yo y para aquellas que necesitan saber que no están solas. Blog to share my experiences with breast cancer and the way God has delivered victory over multiple battles. For those survivors like me and for those who need to know they are not alone.
viernes, 14 de abril de 2017
Tiempo de Reconstrucción
Estos días han sido muy especiales. He valorado una vez más todo aquello por lo que he pasado, desde aquél día de agosto del 2014, cuando con palabras secas y directas me dijeron "señora, tiene usted cáncer, y es un cáncer muy agresivo, si no se atiende de inmediato, está por hacer metástasis y se muere pronto".
Por periodos, me encuentro repasando cada una de las veces que fui a las citas médicas, cuando pasé a cuidados de quimioterapias, los efectos secundarios por los que pasé, luego la cirugía en la que me removieron todo el seno izquierdo y 22 gángleos de toda esa parte y la axila. Me dejaron hueca desde el pecho hasta la axila y por debajo del brazo. Hubo algunas mujeres en las salas de radiaciones que tomé después de que me dejaron hueca, que me decían que ya no eran mujeres, pero que era mejor que haber muerto. Yo pensaba "esto no es permanente, Dios tiene un plan". Aunque no sabía bien ni lo que era. Solo entendía que no iba a quedar así.
Todo ese tiempo Dios me mostró Su amor y Su misericordia. Mientras estaba pasando por todo aquello, venían a mi tantos ataques en mi mente. Venía desánimo, auto-compasión, justificación para hacerme la víctima, dolor físico y emocional que quería afectar en lo espiritual. Venían ataques muy fuertes que querían arrebatarme el gozo de mi salvación, el gozo de saber, la seguridad de saber que Jesús murió en la cruz, para que yo no tuviera cáncer, para que yo fuera sana. Dios sabía que yo iba a tener cáncer de mama, Dios sabía que iba a llorar, que me iba a doler. Entonces, ¿porqué lo permitió? Ahora entiendo mucho más. Como dice Su Palabra "ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás" (Juan 13:7) Porque quería ver resplandecer Su verdad sobre mi vida y la vida de los míos. Aún cuando me dio la opción muchas veces de poderme dar por vencida, y de todas formas consolarme en sus amorosos brazos. Me decía: "Yo estoy contigo, sin importar si me aceptas o me rechazas. Si crees o no crees, Yo de todas formas, estoy contigo. Sea lo que sea que decidas, yo no te voy a dejar. Si deseas darte por vencida, no tengas temor, yo estoy contigo, no te voy a dejar."
Me sorprendía día a día, cuando yo le decía "si tu estas conmigo y me abrazas, no me doy por vencida. Vamos Señor, vamos juntos" y daba un paso más. Me levantaba cada día, entregándole mi corazón, mi vida y la vida de mi hija a Su cuidado. Hubo momentos muy difíciles, no lo puedo negar. Momentos de dolor físico muy intenso, que tuve que entregar y entregar y volver a entregar. De rodillas delante de Él, descubrí que no había mejor lugar, no había lugar más maravilloso para recibir de su sanidad, de su aceite que se derramaba en el lugar secreto, sobre mis heridas físicas y emocionales. Sanando, cumpliendo Sus promesas. No había un lugar mejor, no había un lugar en que me pudiera sentir mejor. Yo creo que por eso no permitió que dejara de trabajar, sabía que me podría derrumbar si me quedaba quieta. No pedí una sola incapacidad de trabajo, y siempre me mantuve con bienestar por Sus promesas que trataba de vivir un día a la vez. Solo cuando me operaron, porque ¡ya era el colmo que no pidiera incapacidad laboral para eso! jajaja.
Con base en Su palabra, sabía que Él no quería la muerte para mi. Yo escuchaba a muchas señoras en las salas de quimioterapias que decían "si me muero, que se haga Su voluntad", pero yo sabía (y se los decía, a las que se dejaban y podía) que Su voluntad no era que muriéramos. Él murió para que tuviéramos vida y vida en abundancia (Juan 10:10), y esa Palabra no habla de un lugar allá en el cielo, habla de aquí y ahora. Él quería que yo viviera, que siguiera con mi vida eterna que comenzó desde que lo conocí aquí en el planeta tierra. Considero que está llena de confusión esa enseñanza de que el sufrimiento, la enfermedad y el dolor puedan ser voluntad de Dios ¡No! ¿Cómo podría ser voluntad de un Padre amoroso el que sufra? ¿Cómo se puede concebir que sea la voluntad de mi Padre, o de cualquier padre aún terrenal, que su hijo o su hija sufra o tenga una enfermedad como el cáncer? ¡Por supuesto que no es Su voluntad!
Lo que yo hacía era declarar Sus promesas. Y continuamente rechazaba esos pensamientos de muerte que querían venir a mi diciendo eso de que "si era Su voluntad que yo muriera, yo la acataría" na-ah yo no.
En fin, lo que quiero concluir es que a casi ya tres años desde que el diablo me quiso matar y robar y destruir, hoy celebro que entré al programa de reconstrucción de mama, además de manera milagrosa, pues el oncólogo tratante me había dicho que el Centro Médico no la incluía, que tendría que buscarla por fuera (pagarla) pero que ya era candidato para reconstrucción. Comencé a buscar opciones en los lugares de Salud Pública donde podrían atenderme, dado que ese tipo de procedimientos quirúrgicos son muy elevados en precio, definitivamente no al alcance de un presupuesto promedio. Pero yo sabía que mi Dios es fiel y me diría por dónde caminar para conseguirlo. Estaba ya convencida que Él no quería que me sintiera incompleta físicamente, aunque entera en todo lo que soy para Él como hija de Dios.
En una siguiente cita con el mismo oncólogo, él no estaba dando la atención, estaba otro médico, cosa que es muy común. Le comenté como me encontraba en esa cita de revisión. Para entonces ya tenía información de un lugar de Salud Pública donde podrían hacerme la cirugía de reconstrucción. Le comenté y le pedí que me diera su opinión al respecto para corroborar que era yo candidato. El médico me dijo "y ¿porqué no se opera con nosotros aquí que ya la conocemos y llevamos su historia clínica?" ¿¿¿¿¿Qué????? Le dije lo que el otro médico me había dicho, que ahí no incluían la reconstrucción. Él me dijo que claro que sí y que si quería que me transfiriera con una orden para hacerme ahí mismo la cirugía (sin tener que absorber gastos gracias a mi seguridad social). De inmediato le dije "¡claro que sí!"
Eso estoy celebrando. En abril 6, comencé el proceso de reconstrucción del seno. Una de tres para dejarme completamente reconstruida. En esta primera, desprendieron un poco de músculo de la espalda, abrieron la misma herida donde me sacaron el tumor en 2015 y colocaron el músculo de la espalda y por debajo un expansor que hará esa labor de expandir la piel.
¿Doloroso? sí. ¿Vale la pena? También. Me dijo el doctor que las señoras que sufrían de mastectomía radical como yo casi no hacían esto que yo estoy haciendo. Su argumento es que "se conforman" que ya se "acostumbraron", o que "ya no tiene caso". De cualquier modo, son pretextos porque en realidad debe ser porque ya no quieren pasar por más cirugías invasivas.
Yo prefiero pasar por esto, que seguir como estaba. Salí con dos drenes colgando de mi cuerpo, pero aún así, si me dieran a elegir otra vez, escogería lo mismo. Si tengo esta oportunidad la voy a tomar. No me imaginaba seguir "resignada" a ponerme la prótesis cada día, por le resto de mi vida.
Animo a aquellas mujeres que pasen por una mastectomía radical como yo, a que se reconstruyan. Vale la pena. Hay muchas opciones y varias instituciones de Salud que lo hacen. Nada es imposible para Dios.
¡Bendiciones!
lunes, 20 de marzo de 2017
Si no tienes IMSS ni ISSSTE
Si tenía IMSS, pero los horarios no se acoplan, ya que como todos sabemos ir al IMSS significa invertir toda la mañana o toda la tarde o ambos.
De modo que, busque un servicio gratuito, mismo que encontré por medio de un programa de salud para la mujer, promovido por la UdeG. Fui. Me aceptaron, me dieron cita y me hicieron la mamografía en un Centro de Salud. Eso fue el 31 de mayo del 2014.
Tardaron un mes y me llamaron (en junio) para decirme que requería hacerme un ultrasonido, pues habían encontrado "algo" que debían verificar. Me entregaron un cd con el estudio y pude notar la bolita del tamaño de un garbanzo.
Fui al ultradonido, me mostraron la "bolita" que ya se veía mas grande con respecto del primer estudio y me enviaron al Instituto de Cancerología para que me hicieran una biopsia.
Me hicieron la biopsia extrayendo tejido con una pistola de succión, como una aguja gigante que succionó varias muestras.
Fue el mes más largo de espera de mi vida. Recuerdo que oraba y declaraba sanidad sobre mi vida y sostenía mi fe con la Palabra de Dios y Sus promesas. Todos los días declaraba que Jesucristo ya había vencido la enfermedad y había ganado la victoria para mi. Sabía que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. Y me mantenía en esa confianza. Sabía con toda seguridad, que eso, eso no sería cáncer.
Pero Dios tenía otro plan... (continuará)
"Durante 2013, el tumor maligno de mama fue la segunda causa de mortalidad por neoplasias en
las mujeres de 20 años y más (14.8 por ciento)."
www.inegi.org.mx
las mujeres de 20 años y más (14.8 por ciento)."
www.inegi.org.mx
El acompañamiento es muy importante
Cuando entré al tratamiento de quimioterapia no me di cuenta lo importante que es sentirse apoyada, ya sea por familiares y amigos. En mi caso fue muy enriquecedor que no dejé de trabajar. Los compañeros de trabajo han sido parte del impulso a seguir.
Cuando estás siendo observada por tantas personas bien intencionadas, necesitas dejarte apoyar. Saber que no estás sola. Quienes te acompañan siempre quisieran hacer más. Déjales saber que con su simple presencia es más que suficiente.
Hay quienes se preocupan mucho. No permitas que su preocupación te lleve a un estado de estrés o ansiedad. Procura mantenerte tranquila, reposando en las promesas de sanidad que Dios te da.
La fuerza espiritual que proviene de la fe, ha sido la columna vertebral de mi tratamiento. Todo ha sido sostenido por las promesas de Dios para mi vida, que están disponibles y a la mano para quien las quiera tomar.
Es importante pues, tener apoyo de líderes espirituales que te recuerden de dónde proviene la fuerza que necesitas para pasar por el valle de sombra de muerte...
No es sencillo cuando estás en medio del tratamiento, pero de la mano del Espíritu Santo de Dios, nada te puede vencer. Dios te da una sonrisa para cada día, para cada cita, para cada doctor y enfermera, para cada paciente que pasa por lo mismo.
El acompañamiento de mi familia pastoral, especialmente de Evita y Carlos Cruz que iban a buscarme al hospital después de cada quimio, fue para mi una gran bendición. Saber del cuidado de parte de Dios y oraciones, y su cobertura por amor, fue de gran aliento para mi.
"Nada es imposible para el que cree"
Es una decisión personal convertirse en una guerrera de la fe o en alguien que siente auto-compasión y manipula con su enfermedad a quienes le rodean.
Yo decidí lo primero. Todo el tiempo declaré que mi Señor Jesús ya había pagado el precio y había muerto para que yo fuera sana y viviera. Traté de no sucumbir a la tentación de creerme el "ay pobre de mi" pues soy una hija de Dios y en Cristo yo tengo vida y vida en abundancia.
En junio del 2014 terminé las 8 quimioterapias programadas. Las primeras cuatro de ellas con la que llaman quimio blanca y las últimas cuatro con quimio roja que según he sabido, hay pacientes que no la aguantan en las 8 sesiones y las tienen que dividir en dos partes, resultando en 16 sesiones. De ahí mi gratitud a Dios por la fuerza física que me regaló para aguantarlas y que el tratamiento no fuera largo, porque además había la necesidad de vencer al cáncer pronto y no permitir que siguiera creciendo el tumor, ya de por sí enorme de 6 x 8 cms.
El tumor disminuyó de tamaño hasta casi desaparecer antes de la cirugía. La biopsia posterior reportó el tumor de 2 cms en necrosis.
Hay mucho temor relacionado a las quimios. Para mí, era mucho más el temor a morir si no recibía en obediencia los tratamientos.
Carcinoma ductal en etapa 3, tumor de 6x 8 cms. Ese asesino tenía nombre y apellido pero Dios usó a los médicos y la ciencia para salvarme de él.
¡Doy gracias a Dios de poder seguir disfrutando de Él mismo, mi Dios, mi hija, mi familia, mi trabajo, mi música, mi vida!
Seguiré en una siguiente entrega con la cirugía y el tratamiento posterior.
¡Y que viva la vida!!!
Feliz año 2016 en salud, amor y fe.
Pelucas para mujeres con cáncer
Cuando la quimio hace de las suyas.
Desde la primera semana tras recibir el primer tratamiento de quimioterapia, mi cabello comenzó a caerse. Pasaba mi mano por entre mi cabello ondulado y salía con mechones entre los dedos. Aunque los doctores te advierten que esto puede pasar, nada te prepara para lo que se siente.
Cuando me miré al espejo todavía con cabello pero ya con huecos en el cuero cabelludo, supe que era la última vez que me veía de esa forma y que mi aspecto cambiaría para siempre.
Fue muy fuerte la sensación de pérdida. Pasé por un duelo de un par de noches y una mañana desperté determinada a cambiarlo todo.
Lo mejor era raparme. Debía usar mascada y comportarme como es usual para las mujeres con cáncer y en tratamiento para salvar la vida.
Pero Dios tenía otro plan...
Me puse frente al espejo y comencé a dar jaloncitos que con toda facilidad soltaban los mechones de la cabeza. Cuando terminé, todo aquel cabello en el lavabo me provocó un llanto que salía de lo más profundo de mi.
Entregué a Dios esa tristeza y le pedí fortaleza para lo que seguía, ya no había vuelta atrás, debía raparme.
Pedí a mi hija que en ese momento tenía quince años, que usara la rasuradora que mis primos me prestaron. Mientras me rapaba, pedía al Señor fortaleza para ella también. Después me dijo que ella fue fuerte, porque veía mi fortaleza. Mi preciosa guerrera, sabe que mi fuerza proviene de Dios.
Al finalizar, nos miramos y reímos juntas, como si lo que acabábamos de hacer hubiera sido una travesura. Le dije que el mundo no estaba listo para mí, luciendo así. De modo que me puse una mascada como era el protocolo y según había visto a las señoras en la sala de espera, en las consultas con el doctor. Me dispuse a ir con mi hija en busca de turbantes y mascadas para cubrirme la cabeza.
Llegamos a la tienda de accesorios oncológicos, pregunté por los turbantes. La doctora, psicóloga y sobreviviente de cáncer de mama que me atendía, me sugirió el uso de una peluca. Eso no había pasado por mi mente. Me tomó por sorpresa y ella me comenzó a probar pelucas.
Tras varios intentos con pelucas que no me gustaban, recordó que ese día le había llegado una peluca que era la única y que estaba segura que me iba a gustar. ¡Así fue! En cuanto mi hija me dijo "esta genial, te ves muy bien" supe que era la elegida.
La compré decidida a que nada me impediría sentirme lo más normal posible para seguir confiada de mi aspecto, con mis actividades diarias, salir a trabajar bien arreglada y no sintiéndome triste por usar mascadas o turbantes de "enferma". Estaba determinada a declarar mi sanidad todos los días y no soltarme de esa esperanza hasta que Dios me bendijera.
Así lo hice. Usé esa peluca, símbolo de fortaleza y deseos de estar bien. Hoy me topé con ella y recordé lo mucho que cumplió con el objetivo.
Ahora que veo mi cabello tan diferente a mi apariencia anterior, me doy cuenta que los planes de Dios superan siempre los nuestros.
Asi que ¡Anímate! ¡Usa peluca! Hay desde oncológicas muy costosas por comodísimas hasta aquellas de pelo sintético muy bajas en precio pero que pueden ayudar a sentirte confiada y bonita. Aquí solo un ejemplo de lo que se puede encontrar para todos los gustos.
Sigue adelante, no te detengas en ese camino a la sanidad y bienestar.
Dios te siga bendiciendo.
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